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viernes, 25 de marzo de 2011

Desde el ataúd

Con ojos ciegos ves mejor
al alma negra nacer,
tan retorcido como un dios
que te deja caer…

Entre el cielo y la tierra existe un hueco,
un pedazo de nada para mí.
Bienvenido al placer de los deseos,
envenenadas sonrisas de marfil.

Una cara con dos monedas para
predicadores pecando su virtud,
separando la carne de tus huesos,
disfrazando de flores tu ataúd.

Un sol sin luz,
perdido se esconde en su ataúd,
destruye todo cuanto ves frente a ti.

Siete noches en vela tras la estela,
seguirá a una bandera carmesí,
prisioneros del ego pasajero,
cortejando a bellezas por pulir.

Cruzarás lagos de almas dormidas,
el veneno en espinas pone el fin,
y ahora caigo en el suelo de rodillas,
compro gloria para sobrevivir.

Un sol sin luz,
perdido se esconde en su ataúd,
destruye todo cuanto ves frente a ti.

Mirando cosas que no ves,
para no enloquecer.
Besos guardados que dejé
a quien nunca besé.

Malditos seáis por profanar
la valiosa piel.
En lenguas de fuego se hablará
escupiendo hiel.

Volaré tan lejos,
mi alma es el reflejo,
en el roto espejo,
donde nunca llegues tú.

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